La reducción del tiempo de trabajo


LA REDUCCION DEL TIEMPO DE TRABAJO

(El tiempo que vivimos, Cap 5)






La conquista de las ocho horas

En 1864, la que sería bandera del movimiento obrero durante décadas aparece por primera vez en los textos de una organización política, la I Internacional.23 Sería, sin embargo, en EE.UU. donde el movimiento obrero organizado fijaría las 8 horas como objetivo universal, y lanzaría las primeras luchas para conseguirlo que alcanzarían eco histórico. El Congreso General Obrero celebrado en Baltimore en 1866 fijaba las 8 horas como «primera y gran exigencia del presente para liberar al trabajo de este país de la esclavitud capitalista». El movimiento se extendió rápidamente y su reclamación alcanzó caracteres míticos para una masa obrera que cifraba en ella mucho más que arrancar un mayor descanso: en las 8 horas iba envuelta la dignidad del trabajador. Los obreros de Dunkirk, Nueva York, lo expresaban en una resolución:

Nosotros, obreros de Dunkirk, declaramos que es demasiado grande la prolongación del tiempo de trabajo requerida bajo el sistema actual y que no deja al obrero ningún tiempo para su descanso y promoción, sino que más bien lo hunde en un estado de servidumbre poco mejor que la esclavitud. Por eso decimos que 8 horas son suficientes para una jornada de trabajo y tienen que reconocerlas legalmente como suficientes.

Veinte años después de las grandes declaraciones pioneras —en mayo de 1886— tuvieron lugar en EE.UU. las primeras movilizaciones de masas por la jornada de ocho horas. En Chicago fueron acompañadas de huelgas impulsadas por los sindicalistas más radicalizados. El 3 de mayo, durante la huelga declarada en la McCormick Harvesting Machine Company —célebre fabricante de las primeras cosechadoras mecánicas— los incidentes entre huelguistas y policía ocasionaron un muerto y varios heridos. El 4 de mayo, el acto de protesta contra la actuación policial, en la plaza del Mercado de heno (Haymarket Square), degeneró en tragedia al explotar una bomba que dejó a 7 policías muertos y cerca de 100 heridos. Cuatro líderes anarquistas fueron condenados sin pruebas y ahorcados el 11 de noviembre de 1887. El eco de la tragedia de Chicago resonaría durante décadas ligado a la lucha por la reducción de jornada. La institución del Primero de Mayo como fiesta obrera conmemoraría después las primeras luchas masivas por la jornada de 8 horas. Un año más tarde, en diciembre de 1887, el acto de fundación de la American Federation of Labor (AFL) —todavía hoy el más importante sindicato de EE.UU.— dejaba constancia de que nacía para reivindicar «un justo salario por una justa jornada de trabajo».26

De la sangre derramada a la «inigualable» jornada del cura Azpiri

El 24 de febrero de 1889 tienen lugar en Francia las primeras manifestaciones en favor de la jornada de 8 horas con choques violentos, detenciones y condenas. El mes de julio de ese año, la reunión fundacional de la II Internacional declara el 1 de mayo «Día Internacional del Trabajo». El año siguiente, el primer Primero de Mayo se celebra en los principales países industriales bajo el signo de las 8 horas. En 1891, los trabajadores rusos bajo la dictadura zarista se suman a las movilizaciones del Primero de Mayo —un símbolo de la internacionalización del movimiento—. Ese día se produjeron huelgas y

violentos incidentes en Italia, Bélgica y Francia. En este país el ejército interviene contra una manifestación obrera en Fourmies causando 15 muertos y 60 heridos —entre ellos mujeres y niños—. El 15 de mayo del mismo año, León XIII publica la encíclica Rerum Novarum que condena el capitalismo liberal y el marxismo y afirma el derecho de los trabajadores al descanso y a una jornada justa. El programa del Partido Socialdemócrata Alemán para el Congreso de Erfurt, en 1892, redactado por Friedrich Engels y Karl Kautsky, incluye la jornada de 8 horas entre las principales reformas democráticas que hay que defender en el Reichstag (Parlamento).

Por compromiso del Tratado de Versalles, tras la Gran Guerra la Conferencia Internacional del Trabajo se reunió en Washington en noviembre de 1919, alumbrando un convenio que hizo historia: la instauración internacional de las 8 horas y las 48 semanales culminaba décadas de luchas obreras. Para dar este paso decisivo a nivel internacional se consumieron más de cincuenta años, pero se precipitó por la conmoción política, social y bélica de la Primera Guerra Mundial.

tras la posguerra, el ocio. el fin de semana y las vacaciones pagadas.

Acabada la Segunda Guerra Mundial, la reconstrucción de Europa y buena parte de Asia, los gastos militares de una economía de guerra fría y la nueva prioridad asignada al crecimiento catapultan la demanda de tiempo de trabajo. En los años cuarenta y cincuenta éste aumenta en cómputo anual, y también lo hace, con las horas extra, en jornada diaria y semanal. Se trabaja más para cubrir las necesidades básicas en un mundo devastado.

En los años sesenta, con los beneficios del desarrollo a la vista, el tiempo de trabajo empieza a descender. En unos países antes y en otros después, por la triple vía del aumento de las vacaciones anuales, la reducción de las horas diarias, y, sobre todo, las semanales, el tiempo trabajado va abriendo hueco a una sociedad y una economía del ocio. Es la época —de 1945 a 1973— de la mayor creación de riqueza de la historia de la humanidad. Al final del período —últimos años sesenta, primeros setenta— las ganancias de productividad se trasladan, simultáneamente, a aumentar el nivel de consumo de los trabajadores y a ensanchar el tiempo libre que hace factible disfrutarlo.

Desde 1960 casi todos los países desarrollados hacen descender su tiempo anual de trabajo en proporciones similares. Los japoneses parten de un número de horas casi decimonónico —unas 2.450 horas/año - mientras los suecos se permiten trabajar sólo 1.800 horas/año sin perder eficiencia. El resto de países desarrollados parten de situaciones relativamente próximas y hacia 1973 convergen alrededor de las 1.800-1.900 horas/año. Entre 1960 y 1985 la reducción del tiempo de trabajo ha sido de más del 20 % en Holanda, en Bélgica y en Alemania Federal •—allí donde la duración anual era más elevada—. EE.UU. y Canadá, que partían de un nivel algo más bajo, disminuyeron su tiempo trabajando más lentamente. En los años ochenta, sólo los japoneses seguían trabajando por encima de las 2.000 horas/año.

Uno de los mecanismos de esta reducción fue al aumento progresivo de las vacaciones anuales pagadas. En 1956 la empresa pública Renault —buque insignia de la industria francesa— acordó con sus trabajadores la tercera semana de vacaciones retribuidas. En 1963 añadió la cuarta semana. Los suecos se adelantaron con la quinta semana en 1977, y el gobierno socialista francés la instituyó en 1982. El turismo de masas, los paquetes
de vacaciones, y una compleja industria del ocio, fueron despegando desde los años cincuenta, junto con la industria aeronáutica y el transporte aéreo masivo, mientras el tiempo de trabajo descendía.40 El movimiento general de reducción del tiempo de trabajo en esos años se alimentaba, sobre todo, de la reducción de la semana laboral. En Francia, por ejemplo, según cálculos precisos, la semana laboral efectiva disminuyó, entre 1950 y 1982, a razón de 20 minutos por año —algo más de 10 horas en treinta y dos años—.41 Con este corrimiento del tiempo, irrumpía un fenómeno sociológico y una conquista de la civilización: el fin de semana. Primero se generalizó el medio-sábado de la «semana inglesa» y luego los dos días de descanso. La consagración del ocio de masas, la sociedad de consumo y el tiempo libre —«vulgaridades» denostadas por quienes disfrutaron de ellas en exclusiva durante siglos— abrieron el horizonte vital de millones de personas. En este tiempo reconquistado en los últimos treinta años, ¿cuántos inventos, cuántas ideas, cuántos proyectos, cuántas amistades, cuántos amores, cuánta vida se ha vivido?

CUESTIONARIO:

¿Qué relación tiene la ley de 8 horas con el tiempo libre?

¿Quiénes promueven la instauración de las 8 horas?

¿Qué medidas facilitan el surgimiento del tiempo libre en el siglo XX?